En otros artículos, me he referido a algunos temas claves, tales como paradigmas y los sistemas de creencias personales. Estos definen la forma cómo cada uno percibe su propia realidad y se desemvuelve en ella; por tanto, llegamos a lograr todo aquello que creemos podemos lograr, y para eso debemos ser capaces de ver más allá de donde veíamos antes. Debemos atrevernos a explorar nuevas posibilidades, aceptar la idea de nuevas formas de hacer el trabajo, adquirir nuevos conocimientos, también desaprender algunos otros, y en especial, romper hábitos y viejos patrones de conducta, creencias y paradigmas individuales y colectivos, que básicamente marcan las fronteras de nuestro propio campo de acción. Nuestras reales limitaciones están dentro de nosotros mismos.
Las organizaciones que logran alto desempeño en forma sostenida, son resultado del desarrollo de una cultura organizacional de alto desempeño, donde participan individuos comprometidos con el proceso de transformación de si mismos, y por ende la conciencia colectiva de la organización, apoyados todos a través de un programa de Coaching ejecutivo a sus directivos y colaboradores claves, propiciado por la alta dirección. El Coaching ayuda a los grupos e individuos a lograr sus metas y objetivos, a resolver problemas, y obtener resultados sobresalientes en sus desempeños, mediante el apoyo de un Coach profesional. El cliente, también llamado “Coachee” o sujeto de Coaching, logra los resultados deseados usando su propio potencial, no del Coach, a partir de un cambio sustancial en la forma de hacer las cosas, llevando a cabo un plan objetivo de acción no impuesto por el Coach, sino resultado del trabajo conjunto de ambos, logrando así resultados medibles en el tiempo, consecuentes con los niveles de compromiso y responsabilidad del mismo sujeto de Coaching.
Crear organizaciones de alto desempeño no es algo que se logre de un día para otro con una presentación en “Power Point”, hecha por alguien de la oficina principal, la corporación, el jefe, o el experto en el tema de una empresa consultora, ni tampoco con toneladas de material especializado en el tema. Este proceso es un cambio cultural, por tanto, nunca subestime el reto de cambiar creencias, hábitos, forma de pensar. Estos cambios requieren compromiso de las partes involucradas a largo plazo y una aplicación sostenida de toda la energía propia del liderazgo. Es vital que este proceso de cambio cultural sea visto como un proceso vivo en permanente progreso, y no como un proyecto con una fecha de finalización ya determinada. Directivos y colaboradores claves deben ser directamente apoyados por un Coach ejecutivo por lo menos por los primeros 6 a 12 meses, dependiendo de la naturaleza del proceso de cambio. Sólo si ellos cambian, la cultura organizacional cambiará.
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